Me he permitido el lujo de inventarme este término para definir esta entrada. Haciendo parodia del despotismo ilustrado del siglo XVIII que seguía la máxima de «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», lanzo yo el lema del Geriatrismo Ilustrado: «todo para los mayores, pero sin los mayores»
Podemos definir el Geriatrismo Ilustrado como un modelo de trabajo que supone la antítesis de la atención centrada en la persona. Es un modelo que oferta muchas actividades y alternativas a los usuarios de residencia, sin embargo son alternativas que vienen dadas por la propia organización. Por ejemplo: los miércoles a las seis de la tarde hay cine y el residente, en el mejor de los casos, puede decidir si ir o no ir. Sin embargo, nadie ha preguntado si el miércoles es el mejor día, si el horario es el que más interesa a los usuarios, o si el tipo de película proyectada es el que más demanda tiene. Lo mismo pasa con el bingo, las excursiones y otras actividades de una carta de servicios que no se han negociado ni validado con las personas a las que están dirigidas.

Rizamos más el rizo. En las comidas de los centros residenciales hay al menos dos platos a elegir, pero rara vez se ha tenido en cuenta las preferencias de los usuarios para introducir o retirar platos de esa carta, es tan sencillo como preguntar ¿Echas de menos algún plato en el menú? y sin embargo no siempre se hace. Incluso se pautan dietas restrictivas teniendo en cuenta la historia clínica y no las preferencias y expectativas del usuario, al que previamente hay que informarle de los riesgos y beneficios para que tome una decisión en consecuencia.
¿Por qué ocurre esto? Porque el Geriatrismo Ilustrado es un modelo que se queda a medias entre el antiguo asilo donde el objetivo era vivir o sobrevivir y el actual modelo de atención centrada en la persona. Es el «quiero y no puedo» de las residencias. Además se mantiene el añejo paternalismo y el mantra de «yo sé lo que es mejor para ti, sé que es lo que te divierte y sé cómo organizar tu vida y tu agenda»
Una de los mayores temores de las direcciones y del personal es perder el poder. Se exponen argumentos como «no se les puede permitir que hagan lo que les de la gana», «tienen que asumir que viven en comunidad» o ante una demanda especial «y si todos los demás quisieran también tendrían derecho a…» Hay que erradicar este tipo de argumentos que solamente llevan a la homogenización de las personas mayores, buscan hacerlas a todas iguales y que así encajen perfectamente en el sistema. Debe ser el sistema el que se adapte a heterogeneidad de los individuos o caeremos en el Geriatrismo Ilustrado.
La solución pasa por tener confeccionada la historia de vida de cada usuario y conocer sus preferencias en todos lo ámbitos abarcables. Además es importante que en los centros residenciales haya reuniones entre grupos de usuarios y la propia residencia para poder configurar los aspectos de la vida diaria en el centro. Tienen que existir grupos de decisión donde residentes, familias y empresa pongan lo mejor de ellos mismos para conseguir un sitio más satisfactorio para todas las partes y donde el proyecto vital de los mayores no se vea truncado por el hecho de vivir en una residencia. Es verdad que es imposible organizar una agenda para todos y cada uno de los usuarios, pero es un objetivo cumbre, cada paso que demos hacia al objetivo supondrá una mejora en la libertad y en la satisfacción de la persona mayor residente.
En definitiva, los profesionales tenemos que perder un poco «de poder» para que lo tomen los usuarios. Nosotros seguiremos teniendo el conocimiento pero lo usaremos para compartir el timón y no para dirigir el rumbo a las aguas que nos resultan más mansas.
Apliquemos siempre este lema Todo para los mayores, con los mayores.

Jonathan, sería la imágen o situación ideal a la que todos los que estamos en el campo gerontologico y trabajamos con seriedad y profesionalismo, qusieramos aspirar; sucede que esto depende de un gran esfuerzo interdisciplinario donde todos los actores son esenciales pero la persona mayor debiera ser el centro . Por otro lado es esencial que quien dirige la residencia sea un profesional del campo gerontologico. Otro punto a considerar es el tipo de residencia, su arquitectura (cuenta con accesibilidad, barreras arquitectonicas, espacios, cantidad de residentes, estructura edilicia), en fin, querer es poder pero tbn hay que saber, tener concepcion de equipo y gestión flexible con reuniones periodicas con todos los participantes (director, profesionales, personas mayores, familiares)
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Estoy de acuerdo contigo.
Lo principal es un cambio cultural del cuidado que se aleje del paternalismo y considere a los mayores personas adultas de pleno derecho.
Gracias por tu opinión.
Un abrazo Edgardo
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La claridad de tu texto es admirable. Además aplicable a tantos servicios que procuramos en salud, dirección de que genera una reflexión sistemática.
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Muchas gracias Diana.
Aunque me he centrado en residencias es cierto que puede aplicarse a hospitales, domicilios con familias sobreprotectoras etcétera.
Gracias por tu comentario.
Un saludo
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