Actualidad

¿Cambio en el modelo de residencias tras el Covid-19?

A medida que se van conociendo datos sobre contagios de coronavirus en la población usuaria de residencias y su índice de mortalidad aparecen más dudas sobre cual es el modelo adecuado de residencia.

Leyendo los periódicos y viendo informativos recibimos una información sesgada de la situación, unos hacen hincapié en la necesidad de potenciar las residencias públicas, otros dejan caer la sombra de la duda sobre los profesionales y algunos sacan del cajón casos atroces del pasado. Si profundizamos en las posiciones de los expertos en la atención a mayores, encontramos una corriente que aboga por «desanitarizar» las residencias y otra que impulsa aumentar el personal sanitario en estos centros. Haré un breve análisis de ambos pero a modo de spoiler digo: ninguno está en la posición correcta.

El primer grupo quiere reducir el personal sanitario y que las instituciones sean más pequeñas, que se aproximen más al modelo «cohousing» o vivienda colaborativa. Están en contra de macro-residencias plagadas de sanitarios y defienden una convivencia en forma de cooperativa. Antes de que se me acuse de nada raro quiero reconocer las bondades de este sistema y que conozco la evidencia al respecto, tanto es así que me adherí al manifiesto para exigir un impulso a este tipo de centros. Es verdad que en estos centros de cohousing disponen de más metros por usuario reduciendo la masificación y unas normas que se autogestionan ellos, pero esto no significa que en los demás centros «se almacenen ancianos», como ha afirmado la presidenta de una de estas fundaciones.

Uno de los argumentos que esgrimen para el cambio de modelo es que el personal sanitario solo se centra en la enfermedad y que lo interesante es una atención centrada en la persona. Cada vez que leo esto reconozco que me enfurezco porque a poco que uno conozca de cerca la enfermería sabrá que tratamos a las personas de una manera integral, fomentando el autocuidado y respetando los valores de la persona ¿No sería más lógico pedir personal cualificado en geriatría con conocimientos de atención centrada en la persona? Nos «acusan» de querer hacer de las residencias hospitales geriátricos, pero ¿sabéis que? si quisiéramos trabajar en un hospital lo haríamos, sin embargo trabajamos en residencias porque consideramos esta atención de otro modo, como un cuidado a largo plazo fomentando el desarrollo del proyecto vital de cada usuario como seres biopsicosociales y espirituales que son.

Este mismo grupo es el que pide que se saquen a los sanitarios de las residencias y que sea la atención primaria la que se ocupe de la salud de los residentes ¿Han hecho un cálculo económico? ¿Cuánto dinero se está ahorrando al sistema público de salud con los sanitarios de residencias? Evitamos traslados hospitalarios, hacemos prevención de la enfermedad y fomentamos hábitos saludables, trabajamos con planes de cuidados individualizados, atendemos urgencias, realizamos curas, gestionamos medicamentos y consultas y un largo etcétera, pero ahora además nos ocupamos de la prevención y de los enfermos de Covid-19 ¿No será más lógico que el personal del propio centro sea quien atienda la salud con formación específica aprovechando el vasto conocimiento que tienen sobre la historia de cada persona? Alegan que las investigaciones afirman que en otros países funciona este sistema de dejar la gestión de la salud fuera de la residencia, pero están trasladando experiencias de países con una cultura del cuidado diferente, con familias y redes de apoyo distintas, otros sistemas de salud, en definitiva, son otras realidades. Intentar extrapolar esos datos automáticamente es muy arriesgado. Además cabe añadir que en España debido a nuestra cultura del cuidado y arraigo familiar, está mal visto socialmente el ingreso de un mayor en una residencia, se considera un fracaso del cuidador o un abandono al familiar. Esto supone que las personas que finalmente ingresen en estos centros sean personas muy dependientes, con problemas mentales y/o sociales que hacen que su cuidado en el hogar sea imposible. Por lo tanto, son personas con unas necesidades de cuidados muy elevadas y que en ocasiones necesitan a profesionales muy cualificados para llevarlos a cabo (demencias avanzadas, síndromes geriátricos, pluripatologías…)

En un mundo ideal donde los mayores ingresaran en las residencias siempre de manera voluntaria y sin necesidades sanitarias importantes esto sería posible. Para ello primero hay que cambiar la visión social sobre las residencias para que no sea un recurso marginal y luego informar a usuarios y familias de los objetivos reales de estas residencias, minimizando así las expectativas sanitarias que tienen sobre la atención en estos centros. Pero mientras el perfil de usuario que ingresa siga siendo de gran dependiente, la presencia del personal sanitario (enfermeros/as, TCAEs, fisioterapeutas, psicólogos, médicos…) es inevitable, pero esto no está reñido con mantener los deseos y preferencias del usuario ni con exigir a las residencias que utilicen metodología de atención centrada en la persona, reduciendo así al máximo la medicalización de la vejez y el uso de sujeciones, restricciones dietéticas… Dicho esto recordemos que siguiendo la pirámide de Maslow, para llegar a la autorrealización hay que tener el resto de niveles cubiertos, y en la base está el nivel fisiológico y después la seguridad.

En la otra punta del espectro están los que creen que para evitar situaciones como la del coronavirus hay que «alicatar» las residencias con sanitarios y convertirlas en hospitales geriátricos de larga estancia. Esta visión, quizá más aceptada por la sociedad, es la que pretende cero riesgos para los mayores, que estén seguros en todo momento, que el mantenimiento de la integridad física esté sobre la necesidad lúdica, la libertad de movimiento o la autogestión de la vida. En este grupo se engloban los que hacen cuidados defensivos para «evitar problemas», lo que se centran en toma de constantes continuas, analíticas periódicas, control electrocardiográfico, dietas estrictas, medidas de vigilancia exhaustivas, dirigir las decisiones de los usuarios… Todo este tipo de acciones están bastante aceptadas por las familias por la sensación de seguridad y control que transmite, sin embargo, los cuidados defensivos para el personal siempre son ofensivos para el usuario, atacan a sus libertades y a su forma personal de encarar este tramo de su vida. Me gustaría añadir que los sanitarios con formación específica en el campo residencial estamos en contra de este modelo puro.

Por otro lado, reconozcamos que cuando intentamos convencer de no derivar al hospital a un usuario cuando su muerte está evidentemente cerca, como en casos graves de Covid-19, lo que la población entiende y los medios resaltan es que «se les deja morir». Cuesta mucho transmitir que facilitar una muerte digna, sin dolor y acompañados en una residencia es posible y que además siempre será una atención más individualizada que morir en un box conectado a monitores y sueros, entre otras cosas porque en la residencia les acompaña su «personal de siempre» y estos deberían conocer perfectamente sus deseos y preferencias al final de la vida. Sin embargo esta atención hospitalaria de última hora infunde la sensación de haberlo intentado hasta el final y es lo que obliga a algunas residencias a medicalizar la atención y la muerte, siendo esto es un error de bulto que los sanitarios especialistas en geriatría deberíamos evitar a toda costa.

Tanto una posición como la otra están equivocadas. Un modelo sin personal sanitario posiblemente aumentaría el coste al sistema, supondría una atención menos cualificada, reduciría el estado de salud de los usuarios y sería menos atractivo para personas con necesidades reales de atención sociosanitaria. Por su parte, el modelo hipersanitarizado se aleja de las recomendaciones de todos los expertos sobre lo que debe ser una atención geriátrica moderna, atenta contra las libertades de los usuarios y convierte la última etapa de la vida en un ingreso hospitalario perpetuo ¿Entonces?

Ambos están en el error porque: «No se puede defender un modelo homogéneo para el sector poblacional más heterogéneo que existe»

Me parece reprochable que algunas fundaciones, cooperativas, partidos políticos, movimientos y demás, aprovechen esta desgracia para asegurar que en su modelo el Covid19 no hubiera afectado de esta manera. Sin embargo, aún no he visto datos sobre el impacto de la pandemia en viviendas cohousing en España, en residencias pequeñas, en macro-residencias, en residencias con/sin personal sanitario etcétera. Todos defienden lo suyo sin aportar datos. Así que estaría encantado de ver algún estudio SERIO y sin conflicto de interés al respecto.

Como ultima reflexión digo que ambos modelos no son excluyentes, ciertamente hay que transitar a un modelo más inclusivo y menos masificado, pero debe ser un tránsito paulatino y sin demonizar a los centros que funcionan de otra manera. Pueden coexistir ambos modelos, puede haber modelos híbridos, puede haber zonas urbanas o rurales donde uno pueda tener más sentido que otro. Tenemos que adaptar los centros a las necesidades de los que los vayan a habitar, se debe adecuar la oferta a la demanda real y acercar las residencias a la sociedad para que sean conocidas y valoradas. Debemos alejarnos de trincheras ideológicas y metodológicas para poder ofrecer una atención técnicamente excelente, emocionalmente gratificante, respetuosa con los proyectos vitales de las personas, con unos estándares altos de calidad, administrativamente transparentes y, por encima de todo, individualizada a cada usuario. Todas estas características tienen que impregnar todos y cada uno de los centros, tanto en el modelo «cohousing» como en la mayor macro-residencia del país.

10 comentarios en “¿Cambio en el modelo de residencias tras el Covid-19?”

  1. Apreciado Jonathan, he leído tu artículo, y cómo siempre es un aplacer y gusto, enhorabuena, y sobre todo si sale de un enfermero 😉. Lamentablemente aquí no hay suficiente espacio para expresarme, pero algunos matices si me gustaría decir. Cohousing nos es una alternativa hacia la residencias, si es un modelo alternativo para envejecer.
    “¿No sería más lógico pedir personal cualificado en geriatría con conocimientos de atención centrada en la persona?” Si. sin embargo tengo que decir y reconocer, nuestra profesión no favorece esta imagen, y he visto muchas trabajando en residencias. Pienso, nuestra profesión tienen que madurar y reconocer que es la experta en cuidados basados y aplicados en evidencia, y que pronuncia con autoestima y voz alta, que usa y necesita otras disciplinas como apoyo para ejercer este CBE. Modelos cómo hacerlo tenemos, lamentablemente nadie habal de ellos, y mi sorprende desde hace décadas. Quizá porque es más chic hacer una técnica sanitaria que una cuidado centrada en la persona.
    Si estoy de acuerdo, no se puede trasladar o copiar el modelos de fuera de una cultura diferente, sin embargo, si se puede conocerla y validar opciones que pueden ser válidos para nosotros. Créeme, no hay duda que tampoco en los países nórdicos no quieren ir a una residencia hospitalizada o un Hotel, o el familiar queda con sabor amargo dejando su familiar allí, sin embargo, si gestionan estas emociones de otro manera, lo que luego dicen son fríos. Quizá, aquí entra también la diferencia entre la educación católica versus a los protestantes, pero esto sería otro tema.
    Los grandes dependientes también hay en los residencias de los países nórdicos, sin embargo, no tienen tanto profesionales sanitarios a disposición, esto es una gran diferencia, trabajan con profesionales especializadas en geriatría y gerontología desde el ámbito enfermero, aprovechando la red sanitaria y pedir consulta si es preciso. ¿Quién lo decide? El médico de cabecera en consulta con la enfermera especializada del centro.
    Y el duelo, vamos, otra pendiente de la sociedad hasta dónde estoy dispuesta dejar ir mi padre o madre, porque el problema tengo yo hija/ hijo, tener que vivir ahora sin ellos, y el deseo de morir dignamente, incluso pronunciado antes, seguro me entiende cuando lo llevo al hospital, y puede morir sedado y en un box, en lugar en su entorno que ya lo conoce, este paternalismo éticamente discutible, vamos….
    Hay una discusión necesaria en la sociedad y preguntarles de cuando están dispuestos pagar para atención individualizada o medicalizada. La respuesta ya me imaginaba, pero lo dejo abierto para otra discusión. Calidad asistencial bajo un modelo de calidad de vida tiene un precio, y no hablo de solo económico. Cómo bien dices un tu ultimo reflexión hibridar innovar sería un opción, disponer de modelos diversa, dónde usuario/ ciudadano puede elegir libremente, y no por la administración.
    La administración quiere café para todos individualizadas sin cambio y eso no es posible, y nos lleva a puntos de choque. Estoy totalmente de acuerdo contigo, ofrecer algo único a grupos heterogéneo, lleva conflictos y desigualdad.
    Saludos Stephan

    Me gusta

    1. Muchísimas gracias por tu comentario.
      Una vez más estoy de acuerdo en la práctica totalidad de tu discurso. Los propios enfermeros son los que dan más importancia a las técnicas espectaculares que a cuidados espectaculares.
      Sería un placer disponer de un espacio para hablar de todo esto contigo, has aportado cosas muy interesantes y podrías contarme más sobre el modelo nórdico, se ve que lo conoces.
      Una vez más, gracias por leerme y por tu opinión!!!
      Saludos

      Me gusta

  2. Hola Jonathan. Me parece muy buena y con mucho sentido común tu artículo. Tal y comentan algunos (defendiendo sus posiciones) esto habría que hablarlo, con más tiempo y más espacio. Yo no soy partidario de ningún modelo, todos encorsetan y limitan. Lo ideal es contar con medios y profesionales adecuados y ofrecer servicios según la persona (no digo personas). Otra cosa, hay personas del sector que llevamos más de 30 años en el sector oyendo diversos modelos, coordinaciones, variedad de cuidados, medicalizar, humanizar, que si países nórdicos, que si ley dependencia,… va por rachas, por modas y sobre todo por lo que deciden empresarios y políticos. Vuelvo a repetir es necesario contar con profesionales y medios (materiales y estructurales) y adaptarlos a la persona. Otra cosa curiosa, cuanta gente opina habla, instruye, decide,…sobre nuestro sector y en su vida a trabajado directamente en una residencia. Esto lo digo a cuento de lo que vemos es tos días en los medios de difusión con el Covid-19. Espero toda es “crisis” sirva para que empecemos a decir lo que queremos “nosotros” (la gente de las residencias).
    Un abrazó.

    Me gusta

    1. Gracias por tu comentario.
      Exactamente, hace falta la voz de todos los actores: usuarios, familias y trabajadores.
      Y si, para organizar un centro deberían contar más con los que calzan zuecos y no solamente con los que pisan moqueta, que luego pasa lo que pasa.
      Saludos y gracias de nuevo

      Me gusta

  3. Mejor no se puede explicar.
    Lo que mas claro me queda es que, sin entrar a valorar el motivo, aun nos queda mucho camino por recorrer a los profesionales que nos dedicamos a la geriatría. No tanto por lo que hacemos, si no por tener ese reconocimiento de la sociedad sin estigmas.
    No creo que exista el modelo perfecto, por que como bien dices, no se puede defender un modelo homogéneo para este sector tan heterogéneo. Pero en lo que si estamos de a cuerdo todo, es que deberían darnos más voz a la hora de opinar sobre a lo que nos dedicamos, muchos de nosotros prácticamente toda nuestra vida profesional.
    Un saludo y gracias por darnos voz.

    Me gusta

  4. Muchas gracias Jonathan, me encanta lo que escribes y me recuerda, en parte a la discusión sobre educación inclusiva. Especialmente cuando aparece rigidez en la defensa del modelo único. Creo que hemos de desarrollar prácticas y sistemas de evaluación que detecten hasta qué punto cada servicio da respuesta a las necesidades de la persona. Como bien dices, ese es el auténtico fin que cada servicio debería tener. Quizá no es fácil hacerlo en una macro residencia. Quizá hay sanitarios, y no sanitarios, que trabajan «en la persona» y no «con la persona» pero con formación, sensibilidad y consciencia del valor de los pequeños detalles, se puede cambiar. Ya defendí en algún texto para el sector de la atención a personas con discapacidad, y creo que va en línea de tu artículo, «hagamos modelos para las personas y dejemos de buscar cómo hacer entrar a personas en los modelos»
    El ideal es fantástico, pero mientras llegamos, llenemos de atención centrada en la persona cada rincón, cada momento que sea posible.
    Fuerzas y paciencia para seguir.
    Gracias por tus textos.

    Me gusta

    1. Muchas gracias Carlos.
      Efectivamente la clave está en adaptar las instituciones a las personas y no en moldear a las personas según la institución.
      ¡Me alegro de conocer gente como tú que va en esta línea!
      Gracias de nuevo por participar y por tus buenas palabras hacia el blog.
      Saludos

      Me gusta

      1. Muchas gracias a ti Jonathan. Creo que tenemos el encargo de luchar por el ideal y, mientras llega, aterrizar en la pequeñas cosas que se pueden cambiar ahora… Saludar antes de tocar, pensar dónde y cómo toco, hacer partícipe a la persona, buscar cómo dar seguridad… Por lo que leo en tus reflexiones, vamos por el mismo camino. ¡Que así sea mucho tiempo! Saludos

        Me gusta

Deja un comentario